Libertad con nombre de mujer
- Editan en México un libro con el diario del viaje de nueve vascos que, desde Santurtzi, escaparon del franquismo a bordo del balandro 'Montserrat'
- Pisaron tierra americana el 24 de agosto de 1950
emilio zunzunegi - Lunes, 22 de Agosto de 2011 - Actualizado a las 05:49h
EL 16 de julio de 1950, nueve jóvenes vascos emprendieron en el puerto de Santurtzi un singular viaje en balandro hacia el nuevo mundo con el anhelo de alcanzar cotas de vida y, sobre todo, de libertad, que en Euskadi y el Estado español estaban atenazadas por el franquismo insurgente. Ese día de hace medio siglo, nueve hombres aprovecharon la procesión marinera del Carmen para hacerse a la mar, burlando los controles policiales de mar y tierra, a bordo de un balandro llamado
Montserrat, cuya construcción se inició siete meses antes en los astilleros Alsa, situados detrás del campo de Ibaiondo en Las Arenas.
Tres meses después de zarpar, navegando sobre todo a vela, y tras pasar no pocas privaciones y calamidades, los marinos alcanzaron el puerto mexicano de Veracruz y la esperanza de una nueva vida. Una epopeya que pervivirá para siempre gracias al empeño de la familia del patrón santurtziarra Félix San Mamés Loizaga que, tras recuperar el diario de a bordo que este escribiera en una pequeña agenda del Banco de Vizcaya, animó a las familias del resto de tripulantes a aportar sus propios recuerdos de aquel viaje libertador y reunirlos en un libro titulado
La travesía del Montserrat, que vio la luz el pasado mes de mayo gracias a la editorial mexicana Código.
"Es un cuaderno de bitácora de nuestro pariente donde se narran las vicisitudes de un viaje que inicialmente se iba a completar navegando a motor en un plazo de un mes, pero que después se convirtió en una auténtica epopeya, ya que, desde Canarias, tuvieron que cruzar el Atlántico a vela", apunta Juan José San Mamés López, sobrino de Félix, que otorga a este libro el carácter de memoria y reconocimiento histórico: "No en vano, es un episodio más que narra las ansias de libertad de un puñado de hombres que pertenecían al bando perdedor de la Guerra Civil y cuya historia es la de muchas personas que sufrieron el franquismo y tuvieron que escapar".
una huida discreta La aventura comenzó a gestarse con sumo sigilo en 1949 tras la vuelta de Félix del servicio militar y su reincorporación a su trabajo en los astilleros Alsa de Ibaiondo, propiedad de los hermanos José Luis y Manuel Algorri Villanueva. Ellos se encargarían de seleccionar de entre toda la plantilla del astillero al resto de los componentes de la tripulación que emprendería el arriesgado viaje: "Eran hombres que tenían unos valores muy arraigados, no exclusivos, pero sí muy propios del pueblo vasco, como la lealtad y el respeto a la palabra".
Por su trabajo eficiente, constante, dedicado y honesto, por su comportamiento leal y solidario, uno a uno fueron seleccionados por los dueños de astilleros Alsa" refiere en el libro Juan José. "Hay que tener en cuenta que en aquella época no se podía salir así como así del país, por lo que de haber sido descubiertos lo hubieran pasado realmente mal", añade este orgulloso descendiente que reside en California junto a su esposa, Rosa Mari San Mamés Roca, hija del narrador de la travesía, y su hija Montserrat de las Nieves, en recuerdo de aquel viaje a la libertad.
Una vez elegida la tripulación, los astilleros de los que salieron tantos barcos y traineras iniciaron a primeros de noviembre de 1949 la construcción del
Montserrat, un balandro de apenas 13 metros de eslora, 3,85 metros de manga y 3 metros de puntal medio con un desplazamiento de unas 30 toneladas de capacidad.
"Todo el mundo en el astillero creía que el balandro iba a ser para un supuesto armador catalán, de ahí el nombre de
Montserrat, y la justificación perfecta para llevar a cabo el abultado avituallamiento que prepararon para el viaje", relata Juan José, que recuerda cómo en abril de 1950 -el día antes de la botadura del barco en Erandio-, la Guardia Civil, cuyo puesto estaba aledaño al astillero, les dio un buen susto: "Ese día habían estado cargando gasolina en el balandro y lo sacaron del taller para que al día siguiente lo trasladaran para la botadura. Varios hombres se quedaron a dormir en el taller, cuando sobre las once de la noche llamaron a la puerta. Eran guardias civiles. Les preguntaron si el balandro era de ese taller. Al decirles que sí les dijeron que junto a la embarcación se habían dejado un saco con el foque (vela) de proa. Vaya alivio sintieron al verlos marchar".
A vela Botado el barco, los nueve hombres se hicieron a la mar mezclados con los barcos de la procesión marinera del Carmen. Una medalla de la Virgen iba incrustada en el hormigón que servía de balance y lastre de la quilla del barco. Ellos, sin embargo, no volvieron a puerto y emprendieron una navegación que transcurrió sin complicaciones hasta las cercanías de Canarias, donde el viaje tomó un giro inesperado cuando, apenas diez días después de partir, se quemó la dinamo del motor de la nave, con lo que este quedó inoperante y forzó la navegación a vela aprovechando los vientos alisios.
"Fue un gran golpe anímico, pues todos los preparativos estaban pensados para un mes de travesía y no para los 91 días que al final tardaron en llegar a Veracruz", reseña Juan José. Añade que en el viaje los navegantes tuvieron varios contratiempos, como la pérdida de los anzuelos y aparejos de pesca, y con ello la posibilidad de pescar algo con lo que llenar sus maltrechos estómagos, o la presencia de varios huracanes.
El 24 de agosto, a los cuarenta días de partir, los exiliados pisaron por primera vez tierras americanas, en las playas de la isla de Tobago, aunque como relata Félix, al ver la piel de los lugareños pensaron que se habían desviado al África española, "donde también había franquismo". Las dudas se disiparon cuando les oyeron "hablar en inglés".
Arreglado el motor y aprovisionados de nuevo, los fugitivos iniciaron su último periplo el día 3 de septiembre con los ciclones pisándoles la popa. A pesar de todo, como resaltan Rosa Mari y Juan José, "el verdadero motor de la embarcación fueron sus propios tripulantes, su compañerismo y valentía, el combustible con el que cruzaron el océano a vela y remo". Finalmente, el 15 de octubre, los nueve tripulantes arribaron en el puerto de Veracruz (México). La procesión del
Montserrat hacia la libertad llegó a su fin.
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Frente al Puente de Bizcaia, al lado del Rio Nervion, por el que navega el Montserrat al puerto de Santurtzi
(FOTOS: E.Z./DEIA) |
http://www.deia.com/2011/08/22/politica/euskadi/libertad-con-nombre-de-mujer